15 de jul. 2012

Xiques, crispetes i pipigrafia




Nuevas fronteras en la igualdad de oportunidades 2.0: Educar en la comunicación igualitaria. Lalín (Pontevedra) 17 a 20 de julio de 2012.
Blogs con fundamento. Rosa Sanchis.

Las protagonistas de la película Blog (Elena Trapé, 2010) son un grupo de siete adolescentes que deciden quedarse embarazadas al mismo tiempo. Está rodada cómo si fuera un documental que ellas mismas realizan para que quede constancia de su “pacto”. Se van turnando para filmarse, en el instituto o en la calle, y también se graban en casa con la cámara del ordenador. Tanto esta película, como una miniserie que pasó Telecinco llamada “El pacto”, están basadas en un hecho real que ocurrió en 2008 en Gloucester, una ciudad de Massachusetts. Allí, 17 menores de 16 años decidieron quedarse embarazadas. Y como el embarazo adolescente siempre hace saltar las alarmas (de hecho, casi es lo único que las activa), el debate sobre la anticoncepción y la educación sexual volvió a las aulas. El equipo médico del instituto dimitió porque no se le permitía distribuir la postcoital sin consentimiento familiar. Y el inspector del centro declaró que "la maternidad da estatus a estas niñas /…/ les da la impresión de ser adultas e independientes, les da la oportunidad de ser queridas sin condiciones".
Todo el mundo reconoce que la educación sexual es necesaria ¡¡especialmente para la gente joven, pues las personas adultas, de esto, ya sabemos!! (¡Es ironía!). Pero poca gente se atreve porque es un tema que incomoda. No hemos recibido formación y es difícil enseñar lo que no nos han enseñado. Pero hay otras razones que explican también esta incomodidad.
En primer lugar el miedo: a las posibles denuncias de las familias, al alumnado, a hacer el ridículo en clase, a no saber responder, a las preguntas que nos puedan hacer sobre nuestra intimidad... En segundo lugar, la creencia de que la sexualidad es un tema privado y la escuela solo debe enseñar para la vida pública. Finalmente, un par de mitos: que la educación fomenta la promiscuidad y si les enseñamos muy pronto, se animarán, pues ¡ya sabemos cómo tienen las hormonas! y que la naturaleza es sabia y la sexualidad se aprende sola (¡Eso se nace sabido!).
Estos temores, mitos y creencias (y algunos más) provocan que no se eduque o que, cuando lo hacemos, sea desde el peligro (pensando en los embarazos y las infecciones), nunca en positivo y nunca desde el placer (y menos con las chicas).
Contra los miedos, existen dos remedios infalibles: estudiar mucho (es decir, la formación) y entrar en el aula no solo para enseñar sino también para aprender. Entre la formación, también están los productos audiovisuales que tienen como protagonistas a los y las adolescentes, como la película que acabamos de comentar.
En esta escena, las chicas tienen la vana ilusión de aprender mirando una porno. Están preocupadas por si no les cabe y es de agradecer que la directora no insista en el dolor (o el sangrado) de la primera vez. ¡Fijémonos cómo, en general, sólo se habla de los sufrimientos de las chicas, y no de los miedos de los chicos! Y desde luego, la primera vez sólo es la heterosexual.
¿Por qué quieren quedarse embarazadas? ¿Es una interpretación del inspector o realmente buscan estatus, independencia, parecer maduras, que las quieran? Elena Trapé comentó que una de las cosas que más le llamó la atención fue que una de las chicas dijera que quería tener a alguien que la quisiera para siempre.
¿Habría evitado estos embarazos una charla sobre anticonceptivos e infecciones de transmisión sexual? La respuesta es no. ¿Son los embarazos o las infecciones los únicos objetivos de la educación sexual? Tampoco. ¿Cómo es una educación sexual que sirva? Debería tener perspectiva de género (o de géneros) y desmontar la educación rosa y la educación azul.