22 de jul. 2009

Anuncios para pensar (1)




Anuncio de ropa interior para hombres JBS (Dinamarca, 2008).

Slogan: “Men don’t want to look at naked men”. (“Los hombres no quieren mirar a hombres desnudos”)

¿Os animáis a comentarlo?

17 de jul. 2009

Amores de garrapata


El blog se anima en el post anterior. ¡Me encanta!

También a mi me suena demasiado lo de la persona adecuada, (y el amor verdadero, y la media naranja, y la persona que te complete…) Y los tópicos sobre las personas homo (les gustan todos/as ), bis (son viciosos/as), trans (están enfermos/as), etc. Son todo maneras de jerarquizar los placeres y los deseos, de decirle a la gente que lo suyo no es “normal”, que es pasajero, que es mejor lo otro.

Y no solo es perjudicial este mal amor porque jerarquice, sino también porque no cuida lo que tiene, esperando el “amor verdadero”, como si el amor fuera algo que viene de fuera, esa flecha que Cupido te lanza en pleno trasero, sin que puedas hacer nada.
A menudo se confunde el deseo con el amor y se piensa que desear es amar. Se han escrito libros y libros intentando definir el amor. Incluso hay estudios científicos en busca de la química de los cuerpos y de los deseos, sin conseguir encontrar nada más que eso: sustancias que no nos explican demasiado.

Tampoco yo tengo una buena definición del amor: solamente intuiciones. Y mi intuición me dice que para aspirar a lo grande, hay que empezar por amar lo pequeño. Y lo pequeño son por ejemplo nuestros amigos, distintos y diversos, y todas las personas con las que nos relacionamos emocional y sexualmente. Se puede tener una sola noche de sexo con alguien y tratar a esa persona con amor, con respeto amoroso, y no como un objeto a consumir o como alguien que simplemente pasaba por allí, porque eso es “amor de garrapata” y no amor de personas. Mentir para conseguir sexo es también un mal amor. Y aguantar situaciones de maltrato porque estamos “enamoradas” y quien nos maltrata “en realidad nos ama” (no hables con tu ex, no te pongas esa falda que pareces una p., borra del msn a todos los tíos…) eso es también un mal amor que no merecería recibir tal nombre.

Y de ese modo, amando bien, las personas vamos cambiando el mundo.

15 de jul. 2009

Si alguna vez me has dicho que me amas...


Un alumne estimat em demana que publique aquest text:

1. Soy homosexual desde siempre y nada puedo hacer para cambiarlo. Quien diga que puede, es un mentiroso, un iluso o un ignorante.
2. No me rechaces por ser como soy. Mi homosexualidad no es un deseo de ofender ni de lastimar: es mi orientación sexual natural y constituye un rasgo fundamental de mi personalidad. Es la manera que tengo de entregar mi afecto y de ejercer mi sexualidad y tengo tanto derecho a mi sexualidad como tú a la tuya.
3. Si a veces he deseado ser heterosexual o he actuado como si lo fuera, no es porque mi homosexualidad me haga infeliz sino porque creí que era la única manera de sobrevivir en medio del prejuicio y del odio generales. Me daña muy gravemente que los demás se sientan con derecho a hacerme objeto de su desprecio, burla y agresiones tan sólo porque soy diferente de ellos.
4. El asco, desprecio, horror y desconfianza hacia los homosexuales se llama Homofobia. Una fobia es un rechazo irracional y, por lo mismo, una perturbación mental. Ya es tiempo de que sanes de ella.
5. No soy un bicho raro: soy una persona como cualquiera otra. En la medida en que me rechaces, me iré alejando de ti. Si soy tu familiar o amigo, no me conviertas en un extraño.
6. Hay homosexuales de todos tipos, edades, razas, nacionalidades y clases: nos encontrarás en el gobierno, las fuerzas armadas, la iglesia, las instituciones de enseñanza, las empresas públicas y privadas y en todas las profesiones y actividades. Aunque no lo creas, aproximadamente la quinta parte de la humanidad somos homosexuales.
7. Si todos y todas las homosexuales desapareciéramos del planeta, te sentirías muy mal: desaparecerían muchas de las personas que quieres o admiras y muchos de tus amigos y familiares. Es posible, incluso, que no hubieras nacido: muchos homosexuales han tenido hijos.
8. Si alguna vez me has dicho que me amas, demuéstramelo: ya era homosexual cuando me lo dijiste y yo te correspondí con mi cariño. No me entusiasma que me menciones lo mucho que me querrías “si yo fuera diferente”. No tienes ningún derecho a exigirme ser como tú para que me consideres valioso o digno de tu afecto: eso se llama discriminación y es un delito.
9. No digas necedades como que me preferirías alcohólico, asesino o violador. Si en tu familia deseas asesinos, alcohólicos o violadores, no me consideres pariente tuyo. Yo aspiro a ser una persona productiva y útil, digna de confianza y de respeto. Tus comparaciones me ofenden y me agreden.
10. Si quieres que te respete, tú también tendrás que respetarme. El respeto es la capacidad de considerar el valor de los demás y no tiene importancia cuando no es mutuo.
11. Yo sé que la iglesia católica -y muchas otras que se dicen cristianas- condenan las relaciones homosexuales. También condenan las relaciones prematrimoniales, el adulterio, el sexo oral, la masturbación, la literatura erótica y, en general, todo lo relacionado con el sexo. Igualmente prohíben la ordenación sacerdotal de las mujeres, el uso de los condones, el aborto, los anticonceptivos y la evasión de impuestos, entre muchas otras cosas. En cambio, permiten y aprueban la guerra y la pena de muerte. Si realmente quieres seguir las enseñanzas de Cristo, no confundas su mensaje con las necedades de aquellos que pretenden hablar en su nombre.
12. Muy pocos médicos, psicólogos y psiquiatras están capacitados para entender y valorar la sexualidad humana, ya que sus programas de estudio no la incluyen. No me pidas ponerme en manos de ignorantes. Si quieres entender mi homosexualidad, acude tú con un sexólogo.
13. Hay muchas teorías que tratan de “explicar” el origen de la homosexualidad. Ninguna ha logrado acertar porque los científicos que las formulan parten de la idea de que es una alteración de la conducta, de la biología o la falta de algo. No soy una enfermedad ni un defecto: soy una persona. ¿Tú porque eres heterosexual? ¿Te lo has preguntado alguna vez?.
14. Antes de usar términos como “aberrante”, “desviado”, “anormal” o “depravado”, consulta el diccionario. No hagas gala de tu ignorancia.
15. Nadie es “culpable” de que yo sea homosexual. Yo no “me volví” homosexual porque alguien “me pegara” sus mañas. Si las preferencias sexuales fueran contagiosas, todos seríamos heterosexuales porque ustedes son mayoría. Ni tú ni nadie se volverá homosexual por convivir conmigo.
16. Las historias que has oído o leído acerca de que los homosexuales somos violadores de niños son falsas. Más del 80% de los violadores de menores de edad son heterosexuales y te lo pueden comprobar en cualquier oficina de defensa de derechos humanos o en cualquier juzgado penal.
17. No soy homosexual porque aún no haya encontrado a la “persona adecuada” del otro sexo. No me atrae ni me interesa tener relaciones sexuales con personas de sexo diferente al mío, así como a ti no te atrae el tenerlas con alguien de tu mismo sexo. Tampoco ando persiguiendo heterosexuales: prefiero relacionarme emotiva y sexualmente con una persona homosexual de mi mismo sexo.
18. No tengas temor de preguntarme lo que sea acerca de mi vida sentimental o sexual, y en general, de mis aspiraciones como persona. Yo estoy deseando que me conozcas mejor y, comunicándonos, te sorprenderás de lo parecidos que somos.
19. No estoy pidiéndote que me entiendas y me toleres, sino que me comprendas y me aceptes. Tolerar es indigno porque la tolerancia es un repudio disfrazado de buena voluntad.
20. Finalmente, no dudes de mi afecto por ti... y no me hagas dudar del tuyo convirtiéndome en tu enemigo. Mi vida es buena y valiosa y tengo que vivirla tal cual es, incluso a pesar de ti.
GJGF

11 de jul. 2009

¿Química farmacéutica o química corporal? (1)


"Llega a España la píldora contra la eyaculación precoz". En Europa la llaman la pastilla de los cuatro minutos, porque multiplica por cuatro el tiempo que tarda un hombre en eyacular (–tras la penetración–, dice la noticia). Añade además la explicación de la “enfermedad” que se curará con la pastilla: “la eyaculación precoz persistente es una combinación de tres factores: la incapacidad de retrasar la eyaculación en todas o en casi todas las penetraciones vaginales, se produce siempre o casi siempre antes o en el primer minuto de la penetración vaginal, y provoca en el paciente angustia, preocupación, frustración y la evitación de relaciones íntimas”. Explica también que se trata de un problema que padecen el 30% de los varones españoles, así que deberíamos alegrarnos de que al fin exista una solución farmacológica, en este caso un antidepresivo, que “cure” a los hombres de su dolencia.
Lo que pasa es que no nos alegramos. Más bien nos irritamos. Y para dar salida al malestar, en vez de buscar una solución médica (Doctor, ¿no tiene usted remedio para el enfado que nos producen el androcentrismo y el sexismo?), nos ponemos a pensar. Y juntamos nuestros pensamientos con los de otras personas que ya lo han hecho antes. Por ejemplo, Beatriz Preciado, en su libro “Testo yonki” nos habla de la historia de la sexualidad (ya lo comenté en otro post) y distingue tres etapas: soberanista, disciplinaria y fármaco-pornográfica.
En la primera, y de la mano de la moral cristiana, nos encontramos con el rechazo del cuerpo como fuente de placer y con la legitimación de la sexualidad sólo para la procreación en el matrimonio. El sexo es pecado, aunque con distinto rasero de medir a hombres y a mujeres. A los varones se les atribuye, por naturaleza, una energía sexual difícil de controlar y por ello se dice que “necesitan” satisfacerse con otras mujeres (que serán las “malas”). En cambio, el ideal para las mujeres es María, madre sin haber pasado por el goce sexual. En la época soberanista, el poder religioso estigmatiza el placer, naturalizándolo como un instinto en los varones, y negándolo en las mujeres. Se trata de un único modelo de sexualidad masculina dónde el hombre es el canon y la mujer un receptáculo reproductivo.

En la etapa disciplinaria, el poder actúa de manera más sutil, escondido tras argumentos científicos. Los pecados son convertidos en enfermedades. La medicina, la pedagogía, la demografía… se alían para controlar la sexualidad de las personas por cuestiones de salud e higiene pública, para regular la población, etc. Si en la anterior etapa a un niño que se masturbaba se le decía que se quemaría en el infierno, ahora se le dice que se quedará ciego, o que no crecerá o que caerá enfermo.

En la etapa fármaco-pornográfica, en la cual nos encontramos ahora, los avances en cirugía estética, los descubrimientos químicos, y el enorme poder de la industria farmacéutica, han convertido la sexualidad en un mercado con un enorme potencial. Las viagras para uso terapéutico o recreativo (después de una noche de fiesta y para no “fallar”), los parches de testosterona (para aumentar la líbido de las mujeres), las clínicas estéticas que fabrican pechos, alargan penes y rejuvenecen vulvas… La salud se mezcla con la estética. Y el distress o malestar que produce la inadecuación a las expectativas o a los patrones considerados normales, justifica que la variedad de cuerpos y de deseos, y los cambios normales en la vivencia de la sexualidad, se conviertan en patologías y en enfermedades curables gracias a los laboratorios farmacéuticos.
¿Os habéis preguntado alguna vez quién y por qué decide qué es una enfermedad? En 1974 la Sociedad Americana de Psiquiatría eliminó la homosexualidad del Manual de trastornos sexuales. ¿Quién y por qué decidió incluir la eyaculación precoz como enfermedad? ¿A quién le conviene que la tercera parte de la población esté enferma? ¡Si tengo problemas sexuales y me dicen que estoy enfermo, entonces no tengo que hacer nada, no soy responsable de mi sexualidad, solamente tengo que tomar una pastilla y arreglado!


Imatge agafada d'ací